Descripción de la obra
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“SERÁ JUSTICIA” es el eslogan, la frase, el cliché
que debe cerrar formalmente, bajo pena de nulidad, los escritos de los abogados
de muchos países americanos. Pero, ¿de verdad creemos que la justicia puede
ser? Y más aún, ¿nos parecería deseable que, de una vez y para siempre, sea?
— “Mi
causa es justa”, grita Orestes en uno de los ensayos de este libro.
— “Lo que
has de desear es que así parezca a los ciudadanos”, le responde su amigo
Pílades.
“En los tribunales, lo verosímil vale más que lo
cierto y entonces la verdad, si no es verosímil, debiera callarse ante los
estrados” le hace decir Platón a Simmias. Pero si todo es texto —y desde
Heidegger sabemos que el lenguaje es la casa del ser— ¿SERÁ POSIBLE LA VERDAD? Y aceptando que no
lo fuera; ¿qué es lo que hace el proceso —una “metáfora de la metáfora”, aquí—
cuando dice buscarla-?
Atravesamos un cambio, no de épocas, sino de era.
Abandonado el imperio del destino y caídos en descrédito los oráculos, el
hombre de esta sociedad desestructurada no puede estar a la altura de la
historia, simplemente porque no sabe qué es lo la historia espera de él. Frente
a la constatación insoslayable de esa incertidumbre, la respuesta más simple,
más llana, más directa, es reducir el derecho a su dimensión económica. Eso es
lo que vemos a diario; no es de lo que se trata aquí
De lo que aquí se trata, por el contrario, es de
rastrear la formación de nuestra propia huella de lo pensable y, en un único
gesto múltiple, volver hacia las letras que imaginaron nuestra historia,
avanzar retrocediendo hacia el origen de nuestra declinación inaudita en una
idea particular y colectiva de lo justo. De elegir arbitrariamente un pasado y
atravesarlo con el único arma de un grupo de ensayos cortos. De hacer
literatura; de pensar el derecho. De construir y construirnos literariamente en
la deconstrucción temporal de lo jurídico.
Porque fuera de todo eslogan, de toda frase
obligatoria, de cualquier cliché, el compromiso es avanzar indeteniblemente
sobre el espacio inconmensurable de lo injusto. Y ese es un afán colectivo que
—a riesgo de una guerra social en el horizonte cercano— ya no admite
exclusiones, ni demoras.