Los autores describen la historia de Occidente contemporáneo como la combinación de tres lógicas sobrepuestas: del capitalismo, de la industrialización y de la democracia. No se trata, así pues, de un concepto geográfico; Occidente es un caso singular de modernidad en un mundo en que la modernidad tuvo formas diferentes axiológicamente negativas. En Occidentes, se crearon asimismo las condiciones filosóficas e incluso sociotecnológicas de su propia negación. Sin embargo, hay un rasgo distintivo de Occidente que los autores consideran fundamental: la democracia. Entienden éstos el socialismo como la radicalización de la democracia. En ninguna cultura existe un valor, afirman, que se pueda oponer críticamente a la democracia y al valor que le subyace: la libertad. Estas son las ideas que oientan el repaso crítico del desarrollo histórico de la izquierda occidental.