No sirve para nada. La actual civilización científico - técnica ha decretado apresuradamente la inutulidad de la perspectiva ética. Ante los complejos problemas de nuestros días, la vieja sabiduría moral ha perdido, en palabras de N. Luhmann, uno de los representantes más célebres del actual amoralismo, su antigua utilidad como orientación y guía. El abandono de la incondicionalidad moral ha favorecido la aparición de fenómenos inquietantes que constituyen rasgos esenciales de la oblicua conciencia del presente. Entre ellos destacan la apoteosis del interés, el pensamiento inauténtico, la transformación del discurso en violencia - en un modo de continuar la guerra por otros medios - la inclinación a la brutalidad, la civilización hipotética, la elevación de la desmesura a la condición de paradigam ético o la ambigua situación de la dignidad humana y los derechos del hombre. Suplantada la sustancialidad moral por reglas funcionales destinadas a evitar las fricciones ruidosas del sistema, asistimos a la minifestaciión jactanciosa del poder de la sinrazón.