Toda la vida académica en sí está constituida por relaciones humanas, entre personas que tienen diferente forma de vivir las situaciones, de darles sentido y, a través de este sentir, de interpretarlas. La toma de conciencia de las emociones y afectos que se construyen en las relaciones en los centros debe orientarse hacia la finalidad de aumentar el bienestar personal y social de las personas, de manera que sean más capaces de afrontar los retos cotidianos y que tienen que ver tanto con la enseñanza, en el caso de los profesores, como con el aprendizaje, en el caso de los alumnos.