Descripción de la obra
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El Derecho de Estados Unidos de América es
probablemente el más apasionante y complicado que existe.
Su interés reside ante todo en el especial lugar que
ocupa el derecho constitucional en la vida política de la nación. En general,
fuera de Estados Unidos no se comprende con demasiada precisión hasta qué punto
este país constituye una nación federal compuesta por Estados que han aceptado
no fundirse para formar una unidad, sino instituir por encima de ellos un
gobierno nacional de poderes limitados. La Constitución norteamericana no se
limita a regular el funcionamiento y las responsabilidades de órganos situados
en un mismo nivel, sino que sus disposiciones más importantes son aquellas que,
previendo los respectivos poderes de los Estados y de la Nación, proceden a una
auténtica distribución de las soberanías. Inseparables a ellas, se hallan las
disposiciones que garantizan las libertades individuales. Por todo ello, es
perfectamente explicable que la Constitución sea invocada todos los días, ya
sea por el gobierno central para justificar su acción, ya sea por los Estados
para defender sus «derechos», ya sea por los ciudadanos para obtener el
reconocimiento de sus prerrogativas, y que, además, los grandes periódicos dan
cuenta —a menudo en su primera página— de las decisiones del Tribunal Supremo.