Descripción de la obra
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La ley mueve a obrar con rectitud. Mover a obrar es,
según se desprende de lo dicho en otro lugar, propio de la voluntad. La ley,
por lo tanto, más bien que acto del entendimiento, lo será de la voluntad, como
asimismo parecen indicarlo estas palabras del Jurisconsulto: “La voluntad del
príncipe tiene fuerza de ley.”
Es propio de la ley mandar y prohibir. El mandato y
la prohibición son actos imperativos de la razón, según ya expusimos. Por
consiguiente, la ley es algo perteneciente a la razón.
La ley es una cierta regla y medida de los actos,
que induce al hombre a obrar, o le retrae de ello. En efecto, ley viene de
ligar, puesto que obliga a obrar. Ahora bien; la regla y medida de los actos
humanos es la razón, que es, según consta de lo dicho en otra parte, el
principio primero de esos mismos actos. Es, en efecto, a la razón a quien
incumbe ordenar las cosas en vistas al fin que es el primer principio en el
orden de la operación, como Aristóteles enseña. Pues bien; en todo género de
cosas, aquello que tiene razón de primer principio, es medida y regla de cuanto
bajo ese principio se halla contenido; así la unidad lo es en la numeración y
el primer movimiento lo es respecto de todo otro movimiento. De todo esto
concluimos que la ley es algo propio de la razón.