Descripción de la obra
____________________________________________________________________
No hay tarea más ingrata que tratar de distinguir y
circunscribir racionalmente —o, dicho con otras palabras. Esforzarse por elevar
a un nivel científico o filosófico— las nociones comunes surgidas de las
necesidades prácticas contingentes de la historia humana, cargadas de
connotaciones sociales, culturales e históricas, tan ambiguas como fértiles, y
que, sin embargo, encierran un meollo de significación inteligible. Tales
conceptos son nómades, no fijos; son cambiantes y fluidos. Ahora se utilizan
como sinónimos y luego en abierta oposición. Todo el mundo se encuentra más a
sus anchas al utilizarlos cuanto con menor exactitud conoce su significado. Mas
apenas trata uno de definirlos y separarlos, surgen legiones de problemas y
dificultades. Uno corre el riesgo de caer sobre una pista falsa mientras
intenta obtener la verdad, y hacer analítico y sistemático lo obtenido por él
merced a una confusa experiencia y una vida concreta.
Las precedentes observaciones son chocantemente
válidas para las nociones de nación, cuerpo político (o sociedad política) y
Estado. No obstante, nada resulta más necesario para una filosofía política
saludable, que procurar ordenar esas tres nociones y circunscribir claramente
el significado genuino de cada una de ellas.
A menudo, cuando hablamos de la manera corriente más
o menos vaga, esos tres conceptos se utilizan, y pueden usarse legítimamente,
como sinónimos. Pero cuando se llega a su auténtico contenido sociológico y a
la teoría política, es preciso diferenciarlos netamente. La confusión entre, o
la sistemática identificación de nación y sociedad política —o sociedad
política y Estado— o nación y Estado ha sido una calamidad para la historia
moderna. Se necesita urgentemente una correcta redefinición de los tres
conceptos. Quizás pueda excusarse la austeridad de mi análisis, por
consiguiente, en mérito a la importancia de los principios de filosofía
polí-tica que nos pueda revelar.